La ley nada señala al respecto. No obstante, no es la primera vez que alguno de nuestros clientes ha sido denunciado por transportar en el maletero de su coche una pieza de caza que previamente había atropellado y de la que en un primer momento no pudo acreditar su legal origen.
Recuerdo un caso en el que incluso tuvimos que encargar un informe pericial a un mecánico que revisó el vehículo y detectó restos de pelos -era un corzo- en los bajos del mismo. Finalmente logramos que el expediente sancionador se archivase, pero nos costó sangre, sudor y lágrimas.
Mi consejo si nos vemos envueltos en un accidente de tráfico con una especie cinegética es que demos aviso a la Guardia Civil. Así, los agentes se personarán en el lugar de los hechos y levantarán el atestado policial correspondiente y, de este modo, nos indicarán cuál ha de ser el destino del animal atropellado. Si permiten que nos llevemos la carne del mismo, es importante que esta circunstancia se haga constar en el atestado para que quede debidamente documentado su legal origen.
Y, por supuesto, no podemos olvidar que algunos de estos animales -principalmente el jabalí- pueden padecer enfermedades parasitarias, como por ejemplo la triquinosis, por lo que antes de consumir su carne es necesario que ésta sea analizada por un veterinario autorizado.